Al rescate de un violinista desterrado
Autor de novelas y de colecciones de cuentos como “Artistas de variedades”, “La lombriz” y “El rescate”, murió hace quince años en España, donde se había radicado en 1976, luego de ser detenido en La Rioja por la dictadura militar. Desde los 90 se dedicó a reescribir su obra entera. También a trabajar en textos musicales e infantiles y en sus memorias. Parte de su obra, reconocida por García Márquez y Roa Bastos, comenzó a ser reeditada Daniel Moyano nació el 6 de octubre de 1930 en Buenos Aires. Cuatro años más tarde su familia decidió mudarse a las sierras de Córdoba. Allí llegaron Dickens y Cervantes. Y llegó la poesía. Pero ese universo fastuoso lo acompañaría hasta la muerte de su madre brasileña. De ahí en más: el desamparo. Tras el paso efímero por un reformatorio de menores, fue rescatado por los abuelos maternos. En esa casa, tuvo en sus manos el Martín Fierro y asistió cada tarde a los relatos de La divina comedia, que su abuelo voceaba en italiano. Allí escuchó las primeras polcas y mazurcas. Y aprendió el oficio de albañil a manos de un alemán que le recitaba los poetas románticos alemanes Novalis y Heine. Allí también, una mañana, decidió irse para siempre.
Tenía sólo 14 años cuando se instaló en la ciudad de Córdoba. Tomó diversos trabajos para subsistir: obrero metalúrgico, instalador de gas, constructor de obras sanitarias, entre otros. Al mismo tiempo se interesó por el violín y brotaron sus primeros versos, que nunca serían publicados. Hasta que Emilio Sosa López, un amigo cordobés, le sugirió que escribiera alguna anécdota con fragmentos de su infancia. Y eso hizo. Fue hasta donde lo llevó la mano. Y así nació el desgarrador cuento Los mil días. En 1957, su colección de relatos Artistas de variedades ganó el concurso organizado por la Editorial Assandri. El libro fue publicado tres años más tarde. De ahí en adelante, la prosa fue la actriz principal de su biografía.El amor y el espanto. La Rioja iba a ser un péndulo. Su lugar en el mundo y el destierro. Al tiempo comenzó a trabajar en prensa de la Casa de Gobierno. Luego fue nombrado corresponsal del diario Clarín. Promediando el año 1959, formó parte del grupo fundacional del diario El Independiente. En el trayecto viajó a Córdoba, raptó a Irma Capellino de las garras de su padre y a su regreso se casó.
El despunte de los 60 lo encontraría con el aire cambiado. Nacieron sus hijos Ricardo y Beatriz. Comenzó a dictar clases de violín en el Conservatorio Provincial de Música y se incorporó al Cuarteto de Cuerdas Estable de la Provincia de La Rioja. En 1963 publicó su libro de cuentos El rescate. Al año siguiente salió La lombriz. Luego vendría el desafío de una novela y, aunque ignoraba los matices de las estructuras narrativas, escribió Los pájaros exóticos, que desaparecería en los archivos de Madrid. En 1966 parió Una luz muy lejana. Después publicó dos libros de relatos: El fuego interrumpido y El monstruo y otros cuentos. Ambos en 1967. En el transcurso de ese año escribió El oscuro. La novela obtuvo el Premio de Novela Primera Plana-Sudamericana y fue editada un año más tarde. Pero la sorpresiva muerte de su hija Beatriz lo hundiría en la más absoluta tristeza. Entonces, planeó un viaje a Europa con el ecsritor Mario Paoletti. A su vuelta armaron la revista satírica El Champi.
Al poco tiempo, un remanso amainó el dolor: nació su hija María Inés. En 1970 editó Mi música es para esta gente. Cuatro años más tarde, El estuche del cocodrilo y la novela El trino del diablo. En ese momento, Moyano trabajaba en Crisis y había colaborado en Primera Plana. Sin embargo, los acontecimientos lo tomarían por asalto. Creía en la acción de la escritura. Y en 1976 eso era una herejía. Concluyó El vuelo del tigre dos días antes del golpe de Estado. Pero decidió esperar. La certeza de un país en picada comenzó a rodar en su cabeza. Y acertó el pronóstico. Una mañana un grupo de militares irrumpió en su casa y lo detuvo (aunque luego fue liberado). Y todo se precipitó. Moyano enfiló, junto a su familia, hacia el puerto de Buenos Aires. Allí tomaron un barco que los transportó hacia España.
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