lunes, 21 de abril de 2008

Entrevista a Egberto Gismonti-LUCHO PARA QUE MIS DISCOS SEAN GRATUITOS



Tan personal e inclasificable como su música, es la forma en que Egberto Gismonti se ha manejado desde los comienzos de su carrera artística. La libertad y falta de prejuicios con que se nutrió de las más vastas expresiones musicales fusionando los géneros populares del folclore brasileño con la tradición clásica de Occidente y diversas corrientes de la música contemporánea lo llevaron a editar un periódico junto con sus discos, estudiar Derecho durante años hasta convertirse en el primer artista que negoció exitosamente con las discográficas multinacionales la obtención de los derechos de comercialización de su obra o lanzar su propio sello discográfico para editar nuevos artistas de todo el mundo. Mientras prepara el lanzamiento de una caja con cinco discos que incluirá el concierto que dio en el Teatro Colón (en el año 2003) y algunas grabaciones que hizo con orquestas cubanas (dirigidas por Leo Brouwer) y el quinteto Villa-Lobos, llega nuevamente a la argentina para presentarse hoy y el lunes en el Festival Internacional de Jazz en un concierto para guitarra solista y dúo, acompañado por su hijo Alexandre. -

—¿Qué importancia tuvieron en su concepción de la música las figuras de Mario de Andrade y la compositora y profesora Nadia Boulanger?-

—Fueron las principales influencias que marcaron mi música. El musicólogo y pensador Mario de Andrade es la raíz, el padre, de la cultura folclórica musical brasileña, incluso para Heitor Villa-Lobos. Claro, todos nosotros fuimos influenciados por Villa-Lobos, por Jobim, pero principalmente por Andrade. La otra gran influencia fue la compositora y profesora Nadia Boulanger, que fue extremadamente importante en mi vida. Mi respeto y admiración hacia ella es inmenso porque me dio la dimensión del acto creativo. Me enseñó el respeto por la contradicción. Con su enseñanza pude afrontar nuevas búsquedas musicales y existenciales que me permitieron convertirme en un verdadero compositor. -

—Otra de sus experiencias fundamentales fue haber convivido con los indios de la zona de Xingú y el chamán Sapaim, del Amazonas. ¿Qué marcas dejaron en su vida y en su música estos encuentros?-

—Estuve en tres oportunidades con los indios Xingú. En el plano musical, de esos encuentros surgieron el disco Sol do meio dia, la música para el filme Abaete, de Zelito Viana, y para una serie de televisión de 13 programas; algunos discos sobre la cultura de la tribu Caiapó y algunas presentaciones públicas con quince indios, incluido Sapaim, tocando flautas. Más allá de lo musical, lo más importante es haber aprendido a convivir con las cosas vivas, con la naturaleza y a transferir esa experiencia a nuestra vida cotidiana. Después de estar con los Xingú recibí mucha información que marcó mi forma de ver la vida. Principalmente sobre el respeto a la humanidad y sobre cómo convivir de forma saludable entre las diferentes personas y pueblos, cómo formar grupos de amigos o una familia y el permiso para mostrar un poco de lo que había aprendido con ellos. -

—A pesar de estar en las antípodas del negocio de la música tiene una peculiar capacidad para compatibilizar este tema con el arte.-

—Más que un músico que toca el piano o la guitarra, soy una persona que toca su propia vida, que incluye piano y guitarra pero también otras cosas como los negocios. Actualmente el proceso de realización musical a través de discos se está tornando mucho más democrático de lo que siempre fue. Es necesario que el músico entienda que no existen más el patrón, el empleado o el artista que no entiende nada. No hay diferencia entre vender música, hacer un disco, comercializar fonogramas o editar partituras: todo es parte de lo mismo. Para mí fue inspirador haber conocido hace 25 años al grupo M.I.A. (Músicos Independientes Asociados), formado por personas como Lito y Liliana Vitale, que mixturaba literatura, pintura, teatro y música. Allí, todos pretendían realizar con libertad su propio acto creativo. Los años setenta fueron muy diferentes a estos tiempos, pero todo lo que se hizo en los setenta fue muy importante para devolver la libertad de pensamiento y cierta forma de comercialización de las propias ideas y de nuestras producciones artísticas. -

—Un camino que inició acompañando algunos de sus discos con el Jornal Caipira.-

—Hacía tiempo que pensaba en darle un sentido más amplio al disco. En los años setenta solía encontrarme con un grupo de amigos poetas, escritores y pintores, y un día surgió la idea de aprovechar el mercado del disco (que en Brasil es muy grande) y, usando la distribución a cargo de la discográfica EMI, colocar un jornal (periódico) dentro para que los compradores se llevaran algo más que el propio disco. Me di el gusto de hacer ese tabloide cuyo costo era tan alto como el mismo disco durante cinco trabajos, hasta que EMI cerró el proyecto porque le resultaba muy costoso. Llegamos a hacer tabloides con 18 páginas. Después proyecté un sello llamado Carmo (como el pueblo donde nació), que inicialmente comenzó por Brasil. Utilicé el último Jornal Caipira para hablar de su lanzamiento y hacer una propuesta totalmente maluca (loca) para la época. En el Jornal decía: "Si cree que la música que hace Gismonti con sus músicos merece ser retribuida, compre un disco de un artista desconocido que será producido cuando se vendan seiscientos discos". Seiscientas personas financiaron, a través de la compra de discos de músicos que no conocían, los primeros nueve discos de Carmo.-

—¿Cómo fue el proceso para que lograra comprar los derechos de comercialización de su obra?- —Todos los artistas, cuando grabamos para una compañía de discos, grabamos una interpretación de una obra. Esta interpretación musical se llama fonograma y la compañía de discos paga los derechos de comercializarla lanzando discos compactos o long plays o lo que sea. Yo grabé muchos discos para la compañía internacional EMI y conseguí, después de estudiar durante años leyes y otras disciplinas, emprender un proceso de negociación con el director de la compañía y comprar los derechos de comercializar de mis discos grabados para EMI en cualquier parte del mundo. Ningún otro artista había intentado discutir esto con las grabadoras importantes, yo tenía que tener el coraje de intentar algo que parecía imposible. Hoy poseo los derechos de comercialización sobre todos los discos que grabé para EMI y produje para Carmo. Cuando Carmo creció, compré los derechos de comercialización y los fonogramas a ECM. Después de conseguirlo fui a conversar con Manfred Eicher, el director de ECM Records, para lanzar discos de personas completamente desconocidas. Ahí Jornal do Caipira y Carmo brasileña se transformaron en Carmo Internacional, sello que ya lanzó 18 discos distribuidos por ECM. Hoy, felizmente, entre los músicos de todo el mundo está más difundido este tema: hay que comprar los derechos de comercialización de los fonogramas y tener sus propias editoras. Esto garantiza la originalidad de la obra porque será en sus propios sellos donde los artistas podrán trabajar con mayor libertad. Después habrá que encontrar una compañía con la experiencia y la logística para que se encargue del lanzamiento y la distribución del disco.Música libre-

—¿Cómo sigue su historia con respecto a la independencia?-

—Estoy por concretar un sueño muy grande utilizando Internet. Hace tres años trabajo para conseguir la autorización de que las grandes sociedades recaudadoras de derechos como la estadounidense ASCAP (The American Society of Composers, Authors y Publishers) o la alemana GEMA (Society for musical performing and mechanical reproduction rights) permitan a la gente bajar gratuitamente toda mi obra. ¿Y por qué quiero dar gratis toda mi producción? Porque después de más de treinta años trabajando profesionalmente sé que los verdaderos responsables de esto son las personas que gozan de la música y fueron a los conciertos y compraron los discos, y no las compañías discográficas que sólo los producen. Lucho para que las cosas se consigan oficialmente, dándoselas gratis a las personas porque existen otras maneras de ganar dinero. Pretendo que la música (no sólo la mía, pero no puedo hablar de la música de los demás artistas) y los libros cuesten muy poco. En Brasil, un disco vale el equivalente a veinte dólares. Eso es absurdo. Como productor sé que un disco no puede costar tanto. En un mundo difícil como el actual, la única manera de producir nuestro arte es quitándole importancia a la cuestión financiera.-

—¿Cuándo piensa que podrá concretar este proyecto?-

—Cada etapa de las que hablamos: la creación de Jornal do Brasil, de Carmo, la compra de matrices, fonogramas, comenzar a lanzar los discos Carmo a través de ECM, me costó hasta cuatro años de trabajo, porque no son cosas comunes. Pero yo me mantengo tranquilo porque creo que antes de fin de año estará resuelto. Tengo listo un sitio web con todos mis discos, con sus tapas, sus programas y partituras para ser bajadas gratuitamente pero no puedo lanzarlo porque legalmente no tengo ese derecho.-

—¿Qué percepción tiene sobre el momento sociopolítico que se está viviendo en Sudamérica? -

—Estoy muy decepcionado y triste porque esperaba un cambio muy positivo con la llegada de un gobierno socialista con propuestas muy necesarias e importantes. Andamos igual que en los últimos años, excepto que ahora pagamos deudas a los banqueros mundiales mientras las desigualdades son muy graves y cada día la esperanza es menor y mayores las dificultades. América del Sur no merece vivir lo que está viviendo. Merecemos tener un poco más de esperanza, de alegría, de equilibrio social. Hablo de cosas fundamentales como alimentación, salud y educación, para todos. En América del Sur, la Argentina es un ejemplo de respeto a la gestión en educación. Sólo en Buenos Aires se puede encontrar la misma cantidad de librerías que en todo Brasil. Si comparamos la dimensión de Brasil y su cantidad de habitantes esto es muy bueno para ustedes, pero es trágico para los brasileños que hasta hoy no hemos conseguido un gobierno que estimule la educación.


Fuente Clarin _Buenos Aires 2006

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